El titular del Inaes, el órgano estatal que se ocupa de la
economía solidaria en jurisdicción del Ministerio de Desarrollo Social, explicó
la utilidad de otra sentencia contra el fraude laboral y señaló la eficacia que
tendría una ley general sobre cooperativismo.
Por Martín Granovsky
Patricio Griffin, presidente del Instituto
Nacional de Asociativismo y Economía Social, exhibe un fallo y lee un párrafo.
Dice que la Cooperativa de Trabajo Agrícola “Colonia Barraquero” de Mendoza fue
calificada por organismos públicos de “fraudulenta, de mera intermediación
entre la demanda y oferta de trabajo, proveedora de servicios de trabajo de
temporada o de trabajo eventual o agencia de empleo”. Por ese motivo, la sala
primera de la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal confirmó
la decisión del
Inaes de que “Colonia Barraquero” deje de funcionar.
–Llevamos más de siete años haciendo un proceso completo de avance
sobre el control de cooperativas y mutuales en las áreas más sensibles –dice
Griffin, y corrobora que este fallo apareció muy pocos días después de otro,
informado la semana pasada por Página/12, también sobre el uso fraudulento de
formas asociativas para aprovecharse de las necesidades de los trabajadores
golondrina.
–¿Cuáles son las áreas más sensibles?
–El área de trabajo, donde hay casos de fraude laboral. Algunas
mutuales que hacen intermediación, donde puede haber fraude fiscal y trabajamos
con la Administración Federal de Ingresos Públicos. Y un núcleo de cooperativas
y mutuales con actividades financieras. En este caso el fraude puede ser
fiscal, por violación del impuesto al cheque, y relacionado con la ética
financiera si se cobra una tasa de interés excesiva.
–¿Quién puede decir que la tasa de interés es excesiva?
–Por eso hablé de ética. Hasta el momento no hay otra posibilidad.
Y digo hasta el momento porque cada vez que nosotros interveníamos, el Banco
Central nos comunicaba que de acuerdo con la normativa vigente las tasas de
interés eran libres. Por eso saludamos alborozadamente la reforma de la Carta
Orgánica. Estamos de acuerdo con que sería bueno avanzar en limitar las tasas
de interés para reasignar los destinos de los fondos captados y establecer
topes de tasas para cada uno de los diversos espacios.
–En los últimos días salieron dos sentencias del fuero en lo
contencioso administrativo sobre fraude laboral con cooperativas que no eran
tales.
–Sí, y la última sentencia incluso refuerza las facultades del
Inaes más allá de las normativas generales. Crea jurisprudencia y nos permite
limitar intereses.
–¿Cuál es el universo fraudulento?
–El fraude laboral lo hacen 20 o 30 cooperativas sobre 25 mil. Y
cuando hablamos de mutuales con actividad financiera fraudulenta nos referimos
a menos de veinte cooperativas entre 25 mil cooperativas y menos de 20 mutuales
en 4500 mutuales. Estamos hablando de un sector importante. En la Argentina hay
4.200.000 familias asociadas por lo menos a una cooperativa. Nos referimos al
40 por ciento de los productores lácteos, al 25 por ciento del comercio de
granos, al 30 por ciento del seguro, al 25 por ciento de los vinos, al 25 por
ciento de la electrificación rural, al abastecimiento de servicios públicos de
la mitad de los municipios del país, por cierto en situaciones de no
rentabilidad. Hablo de 90 mil trabajadores en cooperativas de trabajo en 18
federaciones, asociadas a la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo.
De más está decir que el grueso de las operaciones financieras no corre por
cuenta ni por las cooperativas ni por las mutuales. La Presidenta señaló que el
85 por ciento de los préstamos lo daban 15 entidades. El sector cooperativo y
mutual no sólo no está corrompidos sino que son pocas las entidades que
incurren en estas irregularidades. El problema es que como el Inaes no tiene
facultades de policía o intervención directa, primero necesita terminar
procesos administrativos para recién después llegan a lo judicial. Entre el
sumario y la revisión judicial puede pasar, como sucedió con la última
sentencia, que la inspección se haya realizado en 2003 y el fallo se produzca
nueve años después. En el ínterin hubo una medida cautelar del tribunal federal
número dos de Mendoza y un pronunciamiento a favor de la cooperativa “Colonia
Barraquero” dictado por el Tribunal Fiscal de la Nación. La cautelar frenó el
proceso judicial, que afortunadamente luego continuó. Es frecuente que las
cautelares se prolonguen en el tiempo.
–Al comentar las cautelares contra el artículo 161 de la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual, la Corte Suprema dijo que las
cautelares sin plazo se convierten de hecho en fallos de fondo y no en medidas
de forma.
–Exacto. Ahora este tipo de sentencias se va produciendo con más
rapidez y hay fallos nuevos. La jurisprudencia nueva facilita el trabajo. El
objetivo siempre es proteger la nobleza y la virtud del sector como institución
jurídica. Si no, pocas entidades fraudulentas desprestigian a un sector
sumamente valioso para el proyecto nacional. Porque el desarrollo del
cooperativismo y el mutualismo es condición de viabilidad del proyecto.
–¿En qué se apoya esa afirmación?
–Sin cooperativismo y sin mutualismo no es posible plantear una
industrialización de la ruralidad, objetivo fijado por la Presidenta. No es
posible que los ahorros se reinviertan en las localidades del interior. No es
viable que la población se quede en su lugar de origen o vuelva. Es lo
contrario de lo que ocurre con modelos de alta concentración, porque por
naturaleza éstos se instalan en los grandes centros. Al contrario, las pymes y
el asociativismo, que se llaman desde hace 300 años cooperativas, sirven al
desarrollo. En la Argentina todas las corrientes inmigratorias trajeron
movimientos cooperativos: gringos piamonteses, suizos como en Romang, al norte
de Santa Fe, al lado de Reconquista, donde llegaron los primeros Kirchner,
judíos, galeses... El primer paso era formar la mutual como forma de socorro
mutuo. Después vinieron las cooperativas agrícolas, que a su vez generaban
demanda de herreros, talabarteros y otros oficios. Cuando necesitaron energía
surgieron las cooperativas eléctricas. Las eléctricas surgieron promovidas por
ACA y por AFA. Hay historias heroicas en esos movimientos. En Rojas, por
ejemplo, los vecinos crearon una cooperativa eléctrica a la que una vez le
quitaron la concesión. El pueblo se rebeló. Participó Darío Alessandro, uno de
los fundadores de Forja. Rojas entró en insurrección contra la empresa inglesa.
Uno de los dirigentes fue Ghizardi, que estuvo preso en todas las dictaduras.
No quiso pertenecer a la Marina en su momento por el Pacto Roca-Runciman de
1933.
–¿Qué hicieron los habitantes de Rojas?
–El pueblo no quiso consumir la electricidad y hasta vivió con
velas.
–¿Y quién ganó?
–Al final, el pueblo. Con ejemplos heroicos o simplemente con
trabajo paciente, la matriz de desarrollo y ramificación combinada con litigios
frecuentes se repite en todo el país: fue la pelea de cooperativas eléctricas
con tarifas bajas contra empresas británicas que pedían tarifas más altas.
–Vuelvo al tema del fraude laboral. ¿Por qué se repite
Mendoza como escenario de vulneración de derechos?
–A ver. En Mendoza, junto con las experiencias fraudulentas, hay
experiencias interesantes, como el Hospital Español, de primer nivel. Hasta
vimos una privatización distinta de las otras: la de Giol. En lugar de entregar
la empresa a una firma extranjera se le concedió la titularidad a una
federación de cooperativas vitivinícolas que hoy sigue siendo importante en la
exportación de vinos. Es el 25 por ciento de la producción y otro tanto de la
exportación. Es el tercer exportador en el rubro de vinos considerado como
rubro exclusivo y primer exportador en el rubro que suma vinos y mostos. A la
vez, es el primer productor de vinos nacionales. En Chilecito hay otra
cooperativa ejemplar de vinos.
–¿Por qué el Estado debe depender de la jurisprudencia y no
de una ley que le dé poder de policía y control?
–Uno de los problemas del movimiento cooperativo es la falta de
protagonismo social suficiente para conseguir el consenso hacia una ley más
avanzada. Es uno de los desafíos. Lo señaló la ACI, sección América. En
diciembre de 2010 dijo que la falta de visibilidad deriva en una falta de
protagonismo. Eso a pesar de que en toda América es el 10 por ciento del
Producto Bruto y que en todo el mundo tiene mil millones de familias asociadas.
Junto con este proceso de depuración del sector hay otro, iniciado con un
acuerdo entre el cooperativismo y el Estado argentino, el 22 de diciembre de
2004. Fue el Compromiso con la Economía Solidaria entre las empresas del sector
y del Gobierno. El 7 de julio de 2006, Día del Cooperativismo, se firmó en
Sunchales el Consenso de Sunchales, un documento que se presentó como el
contra-Consenso de Wa-shington. Lo firmó todo el movimiento cooperativo y
mutual. Ese mismo día adhirieron 1500 cooperativas de trabajo y en octubre lo
respaldó la totalidad del movimiento mutual.
–El Consenso de Washington ya tenía 17 años y había resumido
la experiencia neoconservadora de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. ¿Qué decía
el contra-Consenso?
–Solidaridad y no competencia, desarrollo local y no
concentración, un compromiso para trabajar en congresos de economía solidaria
que se tradujeran en una ley. La ley supone obligaciones pero también derechos.
Ahora el acuerdo es que durante este año se pueda proponer una ley general y
básica de la economía solidaria.
–¿Hay una definición de economía solidaria?
–El concepto tiene tres puntos. Uno, la participación igualitaria
de todos los socios. Otro, la distribución equitativa de los excedentes y los
resultados, que en el caso de la mutual, quedan en la entidad mientras que en
la cooperativa se reparten dividendos a los socios. El tercer punto es el
modelo de integración y difusión del modelo cooperativo. Se defiende el
desarrollo local desde la base pero hay diversos escalones de integración. Así,
por ejemplo, se democratiza la tecnología en sus aplicaciones, porque están
todos los asociados en igualdad de condiciones. Estamos hablando de un sector
importante.
–¿Cuál es la más grande?
–En número de asociados, SanCor Seguros, con 227 mil asociados.
–¿De dónde vienen las mutuales y las cooperativas?
–El origen es el socorro mutuo. De esa manera en la Edad Media,
cuando la Iglesia tenía el monopolio del entierro en campo santo, había que
juntar recursos para disponer del lugar de entierro y solventar las misas. Con
los principios de ayuda mutua, las cofradías aseguraban que cuando ocurriera el
siniestro –morirse– el pasaje al Cielo quedara garantizado. Con el mismo
criterio, siglos después y en el plano sindical, tanto los cristianos como los
anarquistas utilizaron ese formato para ayudar a los despedidos o a quienes
sufrieran un accidente laboral.
–¿Y en la Argentina?
–La primera cooperativa fue de seguros. Eran chacareros y el
seguro era contra el granizo. En Pigüé. Pero una panificadora de Entre Ríos lo
discute. Dice ser la primera.
–¿Qué otros elementos debería incluir una ley general?
–La adecuación del Inaes a los nuevos tiempos. El directorio pidió
ser incorporado al sistema de control de lavado de dinero y narcotráfico y lo
consiguió. Por eso la ley no sólo debe contemplar las nuevas realidades sino
que el órgano de aplicación debe ser adecuado a las nuevas dinámicas de
fiscalización, control y tutoría.
–¿Cuál es el motivo de la persistencia de los fraudes
laborales usando sellos cooperativos?
–Se da en áreas donde hay actividades de tipo temporal. En Alto
Valle, en Mar del Plata con la pesca, en el sector hortícola de Balcarce... En
algún momento en San Pedro incluso llegó a funcionar una federación de cooperativas
que eran ilegales. No nacieron de casualidad. Son parte del modelo de los ’90,
que al favorecer la tercerización y la precarización utilizó estos instrumentos
como contrapartida a las exigencias de reducción de personal cuando las
multinacionales se quedaban sin las concesiones. Pasó también en el Estado.
–¿Cómo se evita el uso irregular de una forma cooperativa?
–Queda prohibida la tercerización para las cooperativas. Una
cooperativa no puede ser agencia de colocación de un contratista. Pero sí puede
haber, por ejemplo, una cooperativa de trabajo del campo que explote su propio
terreno o alquile un terreno para explotarlo. Lo que sí está prohibido es que
la cooperativa le “preste” a un propietario trabajadores para que operen en el
campo del empresario.
–¿Por qué un rubro de uso de cooperativas truchas es el de
la limpieza a gran escala?
–En el caso de la limpieza, si los asociados tienen su propia
maquinaria, su propia instalación y sus propios medios de transporte, no tienen
por qué dejar de hacerlo. Es ilógico que un equipo de electricistas no pueda
hacer una cooperativa para mantenimiento. Pero en los ’90 era un modo de
precarizar personal que podía ser funcionario del Estado.
–¿Cómo se puede evitar el fraude con modos concretos?
–Una manera de evitar es exigir una capitalización suficiente para
poder explotar el negocio por sí mismo. Que la cooperativa tenga capital propio
en maquinarias y capacidad productiva para que la explotación funcione. No
puede haber una cooperativa de pesca que aparezca alquilando dentro de un
galpón las máquinas de fileteo y de frío a un empresario de Mar del Plata. Eso
no es cooperativismo sino fraude laboral. Otro cambio necesario es igualar los
costos. Que el costo total hora de trabajo sea el mismo que en una empresa
privada. Al eliminar la posibilidad de ganancia excesiva, se elimina la
posibilidad de fraude. Dictar una norma es más fácil que perseguir una por una
a las cooperativas fraudulentas. Eso se hizo en España y funcionó bien.
Domingo, 18 de marzo de 2012
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